Se han dado cuenta, ¿verdad?
Hemos entrado a la época en la cual matar personajes
es la moda. Hace siete años eran los vampiros, hace cuatro los demonios, hace
un par empezaron las fantasías y distopías, y con ello las autoras se pusieron
de acuerdo. Y mientras nosotros nos regocijábamos leyendo los primeros libros
de una trilogía o saga, los que escribían en final se retorcían en bigote
imaginario mientras planeaban la hecatombe para aquellos personajes de los
cuales nos enamoramos.
Y es que no te dan aviso previo. Tú lees un párrafo y
al siguiente se murió quien quieres y no puedes ni procesarlo. Planes que te hacen
creer que funcionarán y se desbaratan al último momento. Pero no, aquí nadie
más puede solucionarlo, salvo y únicamente el protagonista, o en todo caso, tu
personaje favorito; secundario, principal, terciario o extra. ¡Pero se muere!
Levante la mano quien esté libre de ese juego vicioso en el que hemos entrado en
estos últimos años. Los lectores de las sagas juveniles no podemos disfrutar de
la dulce espera que es ansiar la fecha de publicación del final de una historia.
No. Ahora nos pasamos de aquí para allá, mordiendo nuestras uñas y rogando a
todos los dioses existentes del planeta tierra y del universo que, por favor,
el autor no haya hecho algo imperdonable.
Aquí de rezos no sirven, queridos. Porque cuando llega
el libro, no vas ni por la mitad cuando alguien ha muerto ya. Y hay quienes son
más crueles, que todo va precioso y en las últimas veinte páginas entra una carnicería
peor que fábrica de filetes.
¡Es cruel! Es épico, pero cruel. Las muertes en
batalla son algo que dejan una marca, que te hace jamás olvidar el libro cuando
quien muere es aquel que tanto cariño le tienes, pero…
Señores escritores:
Que ustedes no tengan sentimientos no significa que nosotros tampoco lo tengamos. ¡Duele! Se lo dice una chica que no logró salir de su depresión durante un par de meses antes de superarlo. Que por no tener chocolate a mano mordía almohadas intempestivamente.
Creo que la mayoría de nosotros tenemos una lista
negra en la cual apuntamos mentalmente el nombre de nuestros autores asesinos,
en las que uno siempre encabeza la lista. No porque haya matado a más
personajes, sino por quien le dio una muerte injusta a uno de ellos, y que cada
vez que veas su nombre apuntes hacia él con el dedo acusador, pongas cara
indignada, entrecierres los ojos y trates de no llorar mientras dices: «Has de estar muy contento después de haber destruido
mi vida». Sí, así de dramáticas o dramáticos podemos ser. Descuiden, es
comprensible. Que ficción será para los demás, pero hay libros que te llegan. Y
punto.
Entonces, ¿qué me dicen?, ¿tienen a alguien en su lista
negra? Les diría que comenten aquellos libros negros y personajes que murieron
para que se desahoguen. Pero sería una invitación fácil a spoilers, así que
simplemente, ya que este es un momento de desahogo, te invito a compartir tu
lista negra. Piensa bien a quién encajarás en la cabeza.
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